El diagnóstico marca claramente un pobre aprovechamiento de nuestra masa forestal. Desde mi punto de vista, entiendo que habría dos ámbitos de trabajo diferenciados:
- El monte maderable, con extracción de madera para carpintería, desarrollado por empresas profesionales existentes y apoyado en planes de ordenación y certificación forestal.
- El monte no maderable, público o privado, que no tiene una rentabilidad directa pero que acumula mucho combustible forestal, con el problema que eso supone en los incendios.
Para esta segunda opción, planteo dos alternativas a la gestión:
- Mantenimiento de las cuadrillas forestales 12 meses, para que hagan trabajos en meses de invierno de extracción de combustible y lo transformen en biomasa para poner en el mercado; como empresa pública que son, cubrirían con este modelo de negocio los gastos de personal de los meses que no están contratados en la actualidad, (la biomasa se gestionaría a través de medios de transformación nuevos propios de la administración o a través de acuerdos con la industria maderera)
- Generación de pequeñas cooperativas de carácter social a nivel comarcal o supramunicipal (2-3 cooperativas por comarca), dependiendo del volumen forestal de cada territorio, con trabajadores locales que extraigan el combustible de los montes no maderables y transformen el producto en biomasa para calefacción, a través de acuerdos con los propietarios (custodia del territorio, cesión, usufructo) en un marco de interés local.